martes, 24 de marzo de 2009

Tus tierras, mis tierras

El 10 de marzo pasado en el Juzgado Federal de Primera Instancia de Posadas, tres Comunidades Guaraníes del Valle de Kuñá Pirú (Aristóbulo del Valle) participaron de una Audiencia Conciliatoria con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en reclamo de la propiedad de 6.035 hectáreas que esa institución estatal recibió de regalo hace algunos años a manos de la empresa Celulósica Argentina. Estas Comunidades vivían allí desde mucho tiempo antes que la celulósica se instalase y, sin embargo, aún no son legalmente dueñas de esas tierras porque el Título de Propiedad ahora está en manos de la UNLP. Una universidad pública, que arremete contra los derechos de los Pueblos Originarios.


Respaldados por el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA) y apoyado por numerosas organizaciones y artistas, las Tres Comunidades se presentaron al Juzgado, pero no así los abogados de la UNLP. Nadie vino a hacerse cargo del reclamo que se le hace.

Y esta no es una situación inusual, ya que hace 8 años que se mantiene este reclamo, los Caciques han ido numerosas veces a La Plata pero hasta el momento no han encontrado ninguna respuesta favorable.


Ahora bien, ¿y el rol del Estado? ¿qué se ha hecho para que una universidad pública no cometa tal avance por sobre los derechos de los Pueblos Originarios? En principio, nada.


¿Y ahora? La causa seguirá su curso y en algún momento llegará la hora de volver a pisar los juzgados para dirimir la situación. Mientras tanto, los guaraníes que habitan esas tierras hace más de 100 años se ven obligados a seguir esperando y luchando porque una institución pública, estatal, sea sensata en algún momento. Momento, ojalá, no muy lejano.

jueves, 5 de marzo de 2009

"Hola Susana, queremos matar"

Pelo teñido de rubio, el color “fashion” de la aristocracia. Casa en Miami, el recinto de la aristocracia. Millones de dólares en las cuentas del banco, lujos de la aristocracia. Susana Giménez, nombre poco aristócrata. Susana Giménez podría ser la vecina de la otra cuadra, esa que saca a pasear al perro a la tardecita. O bien la que se sienta a tomar mate en la vereda, esa que siempre saluda agradablemente. Susana hay muchas, Giménez hay muchas. Pero líderes de opinión del alcance de esta Susana, muy pocas.


El viernes 27 de febrero asesinaron a Gustavo Lanzavecchia, colaborador durante décadas de la conductora televisiva. Lo mataron en su casa de La Matanza. Fue un golpe muy duro para Susana, que se encontró con la noticia no bien llegada a la Argentina. La “diva” estaba en Miami, lugar donde eligió vivir hace ya mucho tiempo. “Susana estaba en Miami, llegó hoy” comentaba Teté Coustarot en C5N en los momentos previos a que Giménez hablara con la prensa para contar lo que sentía. “Una fatal coincidencia su llegada a la Argentina y enterarse de esto” agregaba consternada Cosutarot.


Y la “Su” habló. Recién llegada de Miami, largó: “Yo soy parte del pueblo”. Seguramente se trata de un curioso caso de una referente popular que no vive en el país, con el pueblo digamos. En fin, después de su entrada demagógica, Giménez se despachó con lo mejor (¿?) del discurso fascista de la clase media, media-alta de nuestro país: “Acá tienen que venir leyes más fuertes, y el que mata tiene que morir”. Apología al homicidio, si se quiere. Pero no sólo eso, sino que a continuación prosiguió con la lectura a lo Cecilia Pando (referente de la derecha reaccionaria): “termínenla con los Derechos Humanos y esas estupideces, ¿por qué los Derechos Humanos no los tienen las víctimas?”. Divina.




Las palabras de Susana desataron inmediatamente el debate. ¿Debe instaurarse en Argentina la Pena de Muerte? La voz de la conductora millonaria sirvió para remover la Cultura de la Violencia. ¿Qué mejor para la violencia que la muerte? Giménez no sólo reformuló la arcaica idea del ojo por ojo, sino que además aportó a la desvirtualización de la defensa de los Derechos Humanos (DDHH). Una vez más, se pone en cuestión el trabajo de las entidades de DDHH y su rol en la sociedad. Ocurre que se las relaciona automáticamente con la construcción de la memoria a partir de la última dictadura militar y los juicios a los genocidas con casco. ¿Tan difícil es comprender que toda sociedad debe cerrar las heridas y que los organismos de DDHH sólo aportan a esa pieza? Es decir, los DDHH están totalmente violados hoy en día. No solamente porque Julio López desapareció hace dos años y pico, sino porque desde el Estado no se hace nada para asegurar educación, salud, desarrollo espiritual, etc. Pero no por ello se puede catalogar la lucha de, por ejemplo, las Madres de Plaza de Mayo, como una estupidez.


La cuestión de fondo es la construcción de sentido que se está instaurando. Un preocupante sentido de la muerte como solución, de la sed de revancha medieval como forma de calma. “Los medios determinan el modo como debe ser percibido el mundo y las perspectivas morales que deben coordinarse para obtener esa representación” señala el ensayista Roberto Marafioti (en “Sentidos de la Comunicación. Teorías y Perspectivas sobre cultura y comunicación” Editorial Biblos, 2005). La tele, hoy, pide sangre. Y no es exagerado decirlo así, porque Susana Giménez es mucho más que una aristócrata que vive en Miami. Es todo un icono de la televisión argentina en los últimos veinte años. Mucha, mucha, mucha gente la ve y la respeta. Que Susana Giménez pida la pena de muerte, no es un dato menor.


Por un lado, es verdad que esto no quiere decir que ahora todo el país va a salir a reclamar sangre a las calles. Pero, por otra parte, se confirma que aún persiste en la cultura de la clase media argentina una matriz violenta, fascista, asesina, que es preocupante.

Todo esto va de la mano con una idea instalada desde los medios según la cual Argentina es insegura. Que los aparatos de seguridad no funcionan es verdad. Como también lo es que tampoco funcionan los aparatos de salud, educación, medio ambiente, etc. Ahora bien, ¿Cuánta inseguridad han vivido ustedes en las últimas tres semanas?, ¿de cuántos hechos delictivos se han enterado por fuera de los medios de comunicación?, ¿cuánto miedo les causa ver un noticiero?

Y por último: ¿cuánto pavor les causa que todavía haya gente reclamando la pena de muerte?