El final de 2006 nos dejó una sensación agridulce. El 27 de diciembre se produjo la desaparición de Luis Gerez, un testigo clave en el juicio que le prohibió a Luis Patti asumir como legislador. Sin embargo, la noche del 29 apareció en la localidad de Garín (en la provincia de Buenos Aires, cerca de Escobar, donde vive) bajo un estado de shock producido por la situación que había sufrido: había sido secuestrado, le habían puesto una bolsa en la cabeza y lo habían torturado. Por un momento nos sentimos tranquilos al observar a este humilde albañil volver sano y salvo a su hogar, pero de pronto nos acordamos de algo, todavía hay un desaparecido. Se trata de Jorge Julio López, quien hoy tiene 77 años (los cumplió en cautiverio el 25 de noviembre) y cuya declaración fue fundamental para que el ex represor Miguel Etchecolatz fuera condenado a cadena perpetua. El 18 de septiembre pasado debía presentarse a un juzgado en La Plata para presenciar el final del juicio pero sorpresivamente desapareció, y hasta hoy nadie sabe nada...
Desde el gobierno de Felipe Solá se trató de encarar una investigación, pero toda ha fracasado. El gobierno nacional dio algunas señales, pero no bastaron y la desesperación se acrecienta. Al principio se pensaba que podría estar extraviado como producto de algún problema emocional puesto que el anciano tiene secuelas físicas y psíquicas del período en que estuvo secuestrado durante la última dictadura (del 27 de octubre de 1976 al 25 de junio de 1979), pero ahora se cree lo peor. El caso Gerez confirma algo terrorífico: todavía hay grupos que se encargan de sembrar miedo. Debido a esto la hipótesis más fuerte es que López esté secuestrado por personas allegadas a los asesinos del pasado y por eso el pedido generalizado es su aparición con vida.
Mientras esperamos que este caso se resuelva de la mejor manera es momento de ponerse a pensar qué podemos hacer nosotros para evitar volver a las viejas épocas. En principio es importante saber quién es quién, y en ese sentido no debemos olvidar que fue el menemismo el que indultó a los asesinos, que luego ni De la Rúa ni Duhalde hicieron nada para cambiar la situación y que recién Néstor Kirchner adoptó una postura comprometida con los Derechos Humanos e inició el camino de la justicia. Hay muchas cosas para criticarle al gobierno del santacruceño, pero no se puede discutir que por fin desde el Estado se puso en marcha un proceso para encarcelar a quienes sembraron de sangre a la Argentina de Videla y cía. Esto fue lo que molestó mucho a aquellos que se vieron impunes en los ’90 y así fue como, por ejemplo, aparecieron personajes de la talla de Cecilia Pando defendiendo el Proceso de Reorganización Nacional, amparando “aún la causa de los que robaron bebés” según sus propias palabras en un programa de televisión. Este año hay elecciones presidenciales, no hay por qué votar a Kirchner, o a Cristina o a quien ponga el oficialismo, pero sí debemos estar atentos a quiénes se presenten con discursos destinados a “reconciliar” al país, “mirar para adelante” y olvidarse del pasado, total, ya pasó. Total, dicen los más reaccionarios, son 5000 y no 30000 los desaparecidos, curioso, como si uno sólo no bastara para encender la alarma. Y precisamente, hoy hay uno sólo y debemos abrir los ojos. Jorge Julio López debe aparecer, los juicios deben proseguir y el Nunca Más tiene que cumplirse, para bien de la democracia.
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