Es una pena que recién ahora la clase media reaccione y salga a las calles a golpear las cacerolas y cantar “El pueblo unido, jamás será vencido”. No parecía que el pueblo estuviese unido cuando:
-Desapareció Julio López, para reclamar su aparición y seriedad en el proceso judicial, plagado de irregularidades.
-Mataron a Carlos Fuentealba, para repudiar masivamente (como ahora) por que terminen los gobiernos represores e inhumanos.
-Ocurrió el accidente en Santa Fe donde murieron chicos de una escuela primaria de Buenos Aires, para reclamar enfáticamente que se emprendan verdaderas políticas viales.
Y la lista sigue.
Pero tampoco el pueblo estuvo unido el año pasado, cuando durante casi 6 meses productores yerbateros y tareferos ocuparon la plaza 9 de julio de Posadas reclamando la creación del Mercado Consignatario, un ente similar a lo que fue la CRYM que el gobierno menemista eliminó. En los últimos días, las rutas del centro de Misiones volvieron a estar cortadas por los productores yerbateros, pero de eso casi ni se habla. Tampoco se habla de que los molinos le pagan miseria por el kilo de hoja canchada a los secaderos, que los secaderos le pagan miseria a los colonos por el kilo de hoja verde y que los colonos le pagan miseria a los tareferos.
De eso no se habla. Es una situación caótica, donde el libre mercado hace que los molinos acaben por enriquecerse mientras el resto del sector yerbatero se empobrece. Pero de eso no se habla. La solución es tan simple como con el campo: mientras con las instituciones del agro tienen que sentarse de una buena vez a re-trabajar seriamente la medida de las retenciones, en el sector yerbatero lo único que hay que hacer es modificar la ley de creación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) para que se conforme el Mercado Consignatario y el Estado asuma un rol regulador de precios para que haya más equidad (en teoría, claro). Se trata ni más ni menos que de decisiones políticas.
Seguro, ya lo sé. Ustedes dirán: y bueno, pero el campo genera más riquezas e involucra a más sectores, por eso es más imperioso solucionar esto. De acuerdo. Ahora bien, el conflicto yerbatero ya va por el séptimo año, mientras que con el campo no pasaron ni 100 días todavía. Que Clarín no se haya preocupado por los yerbateros no quiere decir que no existan. Sepamos, entendamos, seamos concientes, de que no todos somos el campo, yo no soy el campo, yo no sé ni subirme a un caballo. Y tratemos de mantener una línea de coherencia: está buenísimo que apoyemos la lucha por normativas justas y contra la prepotencia del gobierno de Fernández, pero también tenemos que estar comprometidos aunque sea un cachito con el resto de los problemas graves (incluso peores) que nos rodean.