No hace falta ser muy lúcidos para darse cuenta que la serie televisiva estadounidense “Los Simpsons” desarrolla, capítulo tras capítulo, una crítica ácida, profunda e inteligente a la clase media de su país y todas las “zonceras” (parafraseando a Jauretche) "yanquis": que son los salvadores del mundo, que la guerra es el camino a la paz, etc., etc. En cambio, sí hay que ser tonto (siendo benévolos) para censurar al dibujito animado tan sólo por defender un honor supuestamente dañado o con un pretexto educativo. Pues bien, tanto en Argentina como en Venezuela, hubo algo de eso en las últimas semanas.
Los “perionistas” amarillos
Lo de nuestro país es una simple polémica mediática que habrá que ver si tiene más repercusión o no. Es que hace poco se pudo empezar a ver en YouTube la parte de un capítulo de la última temporada, que todavía no llegó a Argentina, en la cual los personajes Carl y Lenny hacen referencia a Juan Domingo Perón señalando su gobierno como una dictadura. El diálogo es el siguiente:
“Carl: -Realmente me gustaría una dictadura militar como la de Juan Perón. Cuando él te desaparecía, tú te mantenías desaparecido.
Lenny: -Además su esposa era Madonna.”
El domingo 13 de abril, el diario Crónica sacó una nota en la segunda página dando cuenta de este hecho y analizándolo de tal forma que más que periodismo, lo que parecían estar haciendo era “perionismo”: “…no queda para nada claro si el comienzo del diálogo, en el que insólitamente se equipara a Perón con una dictadura militar y con las desapariciones, está hecho también en clave de chiste o si, por el contrario, el guionista no sabía absolutamente nada de la historia contemporánea de nuestro país al escribir el capítulo. De todas formas, fuera por una u otra cuestión, sin dudas es una equivocación grosera y de muy mal gusto…”.
Por lo pronto, suena demasiado exagerado. Al mismo tiempo, podemos reflexionar si lo que dicen Los Simpsons, en este caso, no guarda algún tipo de verdad. Juan Domingo Perón era militar y conocemos las metodologías utilizadas en todos los gobiernos castrenses (democráticos o de facto), en mayor o menor medida, para con los opositores: persecución, detención/secuestro, tortura y hasta muerte. Los que rápidamente deduzcan que Perón estuvo a la altura asesina de Videla u Onganía (por citar algunos), están equivocados. No obstante, tampoco fue un gobierno pacífico, promotor de la coexistencia multicultural (por caso, Perón simpatizaba con el nazismo) y abierto a la opinión contraria. Por lo tanto, es un error decir que lo del “General” fue una dictadura, ya que la gente lo eligió en las urnas, además el comentario de las desapariciones parecería ajustarse más a otros gobiernos argentinos. Sin embargo, con este diálogo Los Simpsons también nos ayudan a repensar nuestros íconos políticos de hoy en día, y a ponerlos en su justo marco.
La exageración bolivariana
Por otra parte, hace unos meses la Comisión de Telecomunicaciones de Venezuela (CONATEL) instó al canal privado Televen a que quite del horario de las 11 de la mañana a la serie estadounidense. El argumento fue que Los Simpsons son supuestamente una mala influencia para los chicos. En primera instancia suena insólito. En segunda, también.
Esta medida adoptada desde el gobierno venezolano se inscribe dentro de un largo debate desarrollado a lo largo del siglo XX en el campo de la Comunicación acerca de la influencia de los medios masivos sobre los espectadores. La Escuela de Frankfurt ha sido una de las líneas más cercanas al pensamiento de la CONATEL, analizando cómo la televisión transmite mensajes que son recibidos en forma pasiva por el espectador, al cual se le va moldeando la forma de pensar la realidad que lo rodea.
En su libro “Sentidos de la Comunicación. Teorías y Perspectivas sobre cultura y comunicación” (Editorial Biblos, 2005) Roberto Marafioti realiza una exhaustiva revisión de todas las teorías sobre comunicación. De allí, vamos a extraer la cita de Theodor Adorno en la cual veremos expresados muy rápidamente los conceptos explicados líneas arriba:
“Cuanto más se materializan y se esclerotizan los estereotipos (…), es menos probable que las personas modifiquen sus ideas preconcebidas con el progreso de su experiencia. (…) Así la gente no sólo puede perder la verdadera comprensión de la realidad, sino que puede llegar a tener fundamentalmente debilitada la capacidad de entender la experiencia de la vida por el uso constante de lentes ahumados.”
Ahora bien, ¿Los Simpsons son lentes ahumados? ¿acaso su humor irónico, ácido e irreverente no nos permite una percepción sumamente autocrítica de la cultura estadounidense? Además, pensar que por el simple echo de ver la serie los chicos venezolanos se van a volver “yanquis”, es a la vez un grotesco temor y una subestimación a la capacidad intelectual de los niños y sus familiares. Siguiendo con el libro de Marafioti, veamos qué nos cuenta acerca de la obra de Stuart Hall, perteneciente a una línea culturalista de estudios comunicacionales (la Escuela de Birmingham) y con una visión diferente:
“La codificación de un producto mediático depende de normas y procedimientos profesionales, de relaciones institucionales y de un conjunto de herramientas técnicas (máquinas de filmación, estudios de grabación, mecanismos de edición, etc. Cuando el texto mediático se ha codificado, se abre a las estructuras de lecturas empleadas por el público. La recepción depende de disposiciones culturales y políticas, de las relaciones con marcos más amplios de poder y del acceso a tecnologías de producción masiva. (…) Según Hall, la investigación de la cultura mediática debe centrarse en la unión entre la construcción discursiva del mensaje y la comprensión interpretativa de la audiencia.”
He ahí, quizás, lo más importante. El mensaje es significado por el emisor, pero también por el receptor, que no es pasivo sino activo. Así, un programa de televisión puede estar construido de la forma más pro-Bush posible (cosa que lo dudo en Los Simpsons) y, sin embargo, si el televidente es conciente de eso y está capacitado para desarrollar un pensamiento crítico, no va a terminar comiéndose un Mac Donalds o apoyando la guerra de Irak.
Prohibir Los Simpsons no va a ayudar a construir la cultura bolivariana que pretende el presidente Hugo Chávez. O al menos lo hará sembrando odio hacia los productos culturales estadounidenses. ¿Es bueno, entonces, ir armando un sistema de valores basados en confrontaciones antiimperialistas? ¿no sería más adecuado educar en el socialismo y el latinoamericanismo? Digo, porque esos son los ideales que esgrime el chavismo.
Lo que ocurre es que, al igual que Perón (vaya paradoja), Hugo Chávez es militar. Desde ya que no es nada en contra de la milicia, pero los gobernantes de ese ambiente suelen tener conductas pocas democráticas, como prohibir lo opuesto a sus ideales. En una actitud que nos obliga a gritar, junto con Bart: “¡Ay caramba!”
Los “perionistas” amarillos
Lo de nuestro país es una simple polémica mediática que habrá que ver si tiene más repercusión o no. Es que hace poco se pudo empezar a ver en YouTube la parte de un capítulo de la última temporada, que todavía no llegó a Argentina, en la cual los personajes Carl y Lenny hacen referencia a Juan Domingo Perón señalando su gobierno como una dictadura. El diálogo es el siguiente:
“Carl: -Realmente me gustaría una dictadura militar como la de Juan Perón. Cuando él te desaparecía, tú te mantenías desaparecido.
Lenny: -Además su esposa era Madonna.”
El domingo 13 de abril, el diario Crónica sacó una nota en la segunda página dando cuenta de este hecho y analizándolo de tal forma que más que periodismo, lo que parecían estar haciendo era “perionismo”: “…no queda para nada claro si el comienzo del diálogo, en el que insólitamente se equipara a Perón con una dictadura militar y con las desapariciones, está hecho también en clave de chiste o si, por el contrario, el guionista no sabía absolutamente nada de la historia contemporánea de nuestro país al escribir el capítulo. De todas formas, fuera por una u otra cuestión, sin dudas es una equivocación grosera y de muy mal gusto…”.
Por lo pronto, suena demasiado exagerado. Al mismo tiempo, podemos reflexionar si lo que dicen Los Simpsons, en este caso, no guarda algún tipo de verdad. Juan Domingo Perón era militar y conocemos las metodologías utilizadas en todos los gobiernos castrenses (democráticos o de facto), en mayor o menor medida, para con los opositores: persecución, detención/secuestro, tortura y hasta muerte. Los que rápidamente deduzcan que Perón estuvo a la altura asesina de Videla u Onganía (por citar algunos), están equivocados. No obstante, tampoco fue un gobierno pacífico, promotor de la coexistencia multicultural (por caso, Perón simpatizaba con el nazismo) y abierto a la opinión contraria. Por lo tanto, es un error decir que lo del “General” fue una dictadura, ya que la gente lo eligió en las urnas, además el comentario de las desapariciones parecería ajustarse más a otros gobiernos argentinos. Sin embargo, con este diálogo Los Simpsons también nos ayudan a repensar nuestros íconos políticos de hoy en día, y a ponerlos en su justo marco.
La exageración bolivariana
Por otra parte, hace unos meses la Comisión de Telecomunicaciones de Venezuela (CONATEL) instó al canal privado Televen a que quite del horario de las 11 de la mañana a la serie estadounidense. El argumento fue que Los Simpsons son supuestamente una mala influencia para los chicos. En primera instancia suena insólito. En segunda, también.
Esta medida adoptada desde el gobierno venezolano se inscribe dentro de un largo debate desarrollado a lo largo del siglo XX en el campo de la Comunicación acerca de la influencia de los medios masivos sobre los espectadores. La Escuela de Frankfurt ha sido una de las líneas más cercanas al pensamiento de la CONATEL, analizando cómo la televisión transmite mensajes que son recibidos en forma pasiva por el espectador, al cual se le va moldeando la forma de pensar la realidad que lo rodea.
En su libro “Sentidos de la Comunicación. Teorías y Perspectivas sobre cultura y comunicación” (Editorial Biblos, 2005) Roberto Marafioti realiza una exhaustiva revisión de todas las teorías sobre comunicación. De allí, vamos a extraer la cita de Theodor Adorno en la cual veremos expresados muy rápidamente los conceptos explicados líneas arriba:
“Cuanto más se materializan y se esclerotizan los estereotipos (…), es menos probable que las personas modifiquen sus ideas preconcebidas con el progreso de su experiencia. (…) Así la gente no sólo puede perder la verdadera comprensión de la realidad, sino que puede llegar a tener fundamentalmente debilitada la capacidad de entender la experiencia de la vida por el uso constante de lentes ahumados.”
Ahora bien, ¿Los Simpsons son lentes ahumados? ¿acaso su humor irónico, ácido e irreverente no nos permite una percepción sumamente autocrítica de la cultura estadounidense? Además, pensar que por el simple echo de ver la serie los chicos venezolanos se van a volver “yanquis”, es a la vez un grotesco temor y una subestimación a la capacidad intelectual de los niños y sus familiares. Siguiendo con el libro de Marafioti, veamos qué nos cuenta acerca de la obra de Stuart Hall, perteneciente a una línea culturalista de estudios comunicacionales (la Escuela de Birmingham) y con una visión diferente:
“La codificación de un producto mediático depende de normas y procedimientos profesionales, de relaciones institucionales y de un conjunto de herramientas técnicas (máquinas de filmación, estudios de grabación, mecanismos de edición, etc. Cuando el texto mediático se ha codificado, se abre a las estructuras de lecturas empleadas por el público. La recepción depende de disposiciones culturales y políticas, de las relaciones con marcos más amplios de poder y del acceso a tecnologías de producción masiva. (…) Según Hall, la investigación de la cultura mediática debe centrarse en la unión entre la construcción discursiva del mensaje y la comprensión interpretativa de la audiencia.”
He ahí, quizás, lo más importante. El mensaje es significado por el emisor, pero también por el receptor, que no es pasivo sino activo. Así, un programa de televisión puede estar construido de la forma más pro-Bush posible (cosa que lo dudo en Los Simpsons) y, sin embargo, si el televidente es conciente de eso y está capacitado para desarrollar un pensamiento crítico, no va a terminar comiéndose un Mac Donalds o apoyando la guerra de Irak.
Prohibir Los Simpsons no va a ayudar a construir la cultura bolivariana que pretende el presidente Hugo Chávez. O al menos lo hará sembrando odio hacia los productos culturales estadounidenses. ¿Es bueno, entonces, ir armando un sistema de valores basados en confrontaciones antiimperialistas? ¿no sería más adecuado educar en el socialismo y el latinoamericanismo? Digo, porque esos son los ideales que esgrime el chavismo.
Lo que ocurre es que, al igual que Perón (vaya paradoja), Hugo Chávez es militar. Desde ya que no es nada en contra de la milicia, pero los gobernantes de ese ambiente suelen tener conductas pocas democráticas, como prohibir lo opuesto a sus ideales. En una actitud que nos obliga a gritar, junto con Bart: “¡Ay caramba!”
2 comentarios:
me gustaaa tu pagina. muy interesante! un saludo!
gracias a Dios por intiresny
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