Rock, tango, jazz, folclore, ópera, cumbia, reggaetón. La música es quizás, sin darnos cuenta, nuestro bálsamo cotidiano ante las vicisitudes de la vida. La melodía, el ritmo, la fuerza, la suavidad, la dulzura, la energía de una canción trabaja muchas veces sobre nuestros cuerpos levantándonos el ánimo, relajándonos o sencillamente esbozándonos una sonrisa. ¿Qué es lo que tiene de especial? ¿qué nos pasa cuando escuchamos música?
Porque encima, hay distintas maneras de escuchar música. Está la individual, casi íntima, en la que uno se encuentra consigo mismo y la que le dispara recuerdos, sensaciones, felicidades y angustias. ¿Les pasó alguna vez que una canción les levantó el ánimo y ya no volvieron a estar pichados por el resto del día? El Chango Spasiuk nos dijo una vez en SE NOS CAYÓ EL INVITADO: “Muchas veces se cree que la música es algo separado de la vida. No se ve en ella una herramienta de transferencia de todo lo que somos a través de esa situación sonora. La transmisión oral y la transferencia de un montón de elementos que hacen a cómo uno se arma como individuo y cómo luego va a accionar en la sociedad.”
Y después está el momento de compartir la música con los otros. En ese preciso momento comunicativo, el lazo sonoro nos conecta con una eficacia única. ¿Cuántas amistades fueron creando con música de fondo? ¿cuántas veces ir a escuchar música fue la excusa para visitar a alguien? ¿cuántos romances se iniciaron con melodías en el aire?
Son experiencias que tal vez las vivimos cotidianamente, sin prestarle atención. Nos dijo el Chango: “La música es una herramienta que forma parte de una construcción de toda una situación donde suceden un montón de cosas. En un concierto, o un casamiento, está ella como una herramienta más. La gente cuando baila, baila, pero suceden otras cosas cuando uno baila: se enamora, se relaciona, arma pareja, se casa, construye una familia, festeja un bautismo. Todo eso sucede con una música, entonces uno está creando la vida.”
Crear la vida. Vivir la vida. La idea de este posteo es que sea una construcción colectiva. Que mis palabras pero, por sobretodo, las del Chango (ese músico extraordinario), sirvan para que ustedes también reflexionen sobre su relación con la música. Comente y cuenten, la idea es que entre todos pongamos en común qué nos pasa cuando escuchamos música. El disparador, final es esta última frase del chamamecero apostoleño:
“La música crea un lazo en que lo único que tenemos en común, más allá de las diferencias superficiales, es la capacidad de sensibilidad y responder al estímulo del sonido.” (entrevista que le hicimos junto a Pao Stéfany e Ita Rodríguez al Chango el 12 de junio de este año en un hotel posadeño. ¡Gracias Chango por tanta música y por tanta buena energía!)