sábado, 23 de junio de 2007

El Poder del Cuarto Poder

Hay una película del director Costa-Gavras donde se muestra crudamente cómo los medios de comunicación manipulan la información y hasta a los propios protagonistas con el fin de ganar en audiencia y conseguir la exclusividad. Se trata de “El Cuarto Poder” (1997) y tiene como actores principales a Dustin Hoffman y John Travolta.

La historia transcurre en un museo donde un ex empleado, Sam Baily (Travolta), toma de rehenes a la directora, un grupo de chicos de una escuela con su maestra y un periodista por accidente. Es que el hombre había ido a reclamarle a su ex jefa por el despido, en un ataque de nervios sacó una escopeta y sin querer hirió al guardia de seguridad, que además era su amigo. Desde ese lugar Max Brackett (Hoffman), el periodista, ayuda a Baily a manejarse ante los medios de comunicación para llevar adelante la situación pero, sobretodo, con la intención de tener la exclusividad del caso y superar a las demás cadenas televisivas. Mientras tanto, los chicos se divierten dentro del museo y el propio Baily les cuenta historias para entretenerlos. Las cosas marchan bien hasta que un viejo rival de Brackett llega a la ciudad para cubrir la noticia y comienza a encarar la historia desde otro lugar más estigmatizante para con Baily que, sumado a la ansiedad e inescrupulosidad de la policía (aunque básicamente de los agentes encubiertos del FBI) y la muerte del amigo baleado por Baily, transforma la situación y acaba con la feliz liberación de los rehenes y, por el contrario, una crisis del accidentado secuestrador que termina suicidándose.

En la película encontramos una reflexión bastante profunda acerca de la ética y la labor periodística. Por empezar, el propio Max Brackett priorizó la noticia antes que el hecho en sí y cuando hizo una llamada desde el baño del museo para avisarle a su compañera lo que estaba sucediendo, le dijo que alertara a las autoridades del canal antes que a la policía. Más adelante, el mismo personaje le recriminó a la chica el hecho que en un momento haya dejado la cámara por ir ayudar al guardia herido, preguntándole si quería ser la noticia o transmitirla. A partir de estas dos situaciones podemos hacernos algunas preguntas: ¿hasta dónde llega el rol del periodista? y ¿cuándo el periodista deja de estar atento a la noticia para volverse un ciudadano común? Porque, Brackett siguió haciendo su labor por más que sabía que estaba viviendo una toma de rehenes; eligió el camino de la primicia y la espectacularidad antes que ponerse en la piel del rehén, que era en definitiva su posición en ese momento. Lo contrario ocurrió con la chica que dejó su rol de camarógrafa para, en un impulso más humano que profesional, auxiliar a una persona que había recibido un balazo, sin importar que las imágenes que podría haber captado hubiesen sido un triunfo para la cadena televisiva en el marco de la competencia por el público.

No obstante, con el correr del film Brackett fue “humanizándose” por así decirlo y comenzó a plantearnos otras cosas. Básicamente nos relató la importancia de la opinión pública y cómo ésta se maneja desde los medios. En ese sentido, llevó adelante un proceso en el cual fue cargando de aspectos positivos la imagen de Sam Baily consiguiendo así que la gente se identificara con él y lo apreciara (por ser un desocupado, un oprimido, un padre de familia desesperado). Pero, funcionó hasta que su máximo rival (que había sido enviado desde Los Ángeles) inició un trabajo contrario en donde la imagen de Baily fue decayendo y la situación fue empeorando, más aún cuando el guardia baleado murió tras unos días de agonía. Llegamos así al final de la película donde, tras liberar a todos los rehenes, el personaje de Travolta se suicidó haciendo estallar unas dinamitas y Brackett, abatido, terminó rodeado de colegas gritando “¡Lo hemos matado! ¡Lo hemos matado!”.

Todo esto nos permite reflexionar acerca de los grados de manipulación de la información que se hace en los medios. Ya que la objetividad es imposible y cualquier producto periodístico tiene cierta carga subjetiva, sería ideal entonces que el mensaje fuese lo menos tendencioso posible. Máxime si la opinión pública, como dice Brackett en una parte del film, es “frívola” y cambia de un día al otro, lo que sumerge a los hechos (y la construcción de realidad que desde ellos se genera) en un peligroso juego. ¿Cuánto de esto habrá en los medios argentinos? ¿Puede ser que los casos García Belsunce y Dalmasso, que tanto venden, estén siendo tratados de esta forma? ¿Hasta dónde llega la construcción de La Noticia del Día?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por tu publicación. me pareció excelente. y me ayudo mucho para realizar un trabajo.

Anónimo dijo...

muy buena tu conclusion frente a la pelicula y los medios pues tus puntos de vista son sintomas de la realidad, ademas que todos los interrogantes que realizaste podriamos decir que son de un sentido afirmativo pues nada se puede negar

Anónimo dijo...

necesito ayuda para un trabajo...
un pregunta... Cuando el periodista Max Bracket va contándole a la audiencia como es Sam Bailey, ¿miente o dice la verdad? Justifique. no me acuerdo muy bien esa parte :S

Anónimo dijo...

Acabo de ver la película, me ha gustado mucho, así como esta sinopsis.
Aún así creo que falta una reflexión sobre el final de la película: el jefe de Máx no le puede mantener la mirada y su enemigo es altivo, mi reflexión sobre esto gira en torno a la moral del periodista y sus principios, uno abatido por li que ha hecho y otro orgulloso por lo que ha cosechado.
En cuanto a la pregunta sobre si máx dice la verdad, creo que moralmente él cuenta la verdad, se muestra humano, de hecho en un momento de la película reconoce estar de parte de los buenos y en ningún momento quiere perjudicar a su secuestrador, sin tener nada que ver el síndrome de Estocolmo, simplemente es capaz de empatizar con la persona que tiene en frente. Un hombre humilde, de a pie, desesperado.