De todas formas sería un grave error evaluar al equipo de Basile por lo que no pudo hacer, es decir, ganarle a Brasil. Mejor concentrémonos en los puntos altamente positivos que nos dejó aquella Copa América de Venezuela, y obviemos los últimos partidos amistosos que tuvieron más objetivos comerciales que futbolísticos. Por empezar, Argentina ya encontró el 5 que tanto buscaba: Javier Mascherano. El mediocampista del Liverpool confirmó que es un extraordinario jugador tanto a la hora de tirarse a buscar la pelota como al momento de distribuirla y crear circuitos ofensivos. Por si fuera poco, es el continuador de la línea del “Cholo” Simeone, en la que la garra y el dejar la vida en la cancha son los pilares fundamentales.
Por otro lado, Nicolás Burdisso demostró que es el sucesor de Ayala. El defensor del Inter fue determinante en la defensa y con esa seguridad que tanto lo caracteriza se ganó, a mi juicio, un lugar en el equipo. En cuanto a la delantera, de más está decir que Carlor Tévez y Lionel Messi también arrojaron saldos altamente positivos. Uno es el ídolo de la gente, el otro es un exquisito jugador, los dos son capaces de ganar partidos por sí solos.
Por último, queda la imagen de Juan Román Riquelme (foto gentileza de www.fmecosport.com). Discutido, el 10 llevó a Boca a ganar la Copa Libertadores jugando en un nivel impresionante y después en la copa también demostró que está para defender a la selección. Su actual situación en el Villarreal puede ser un aspecto negativo de cara al 13 de octubre, pero lo claro es que hay muy pocos jugadores que puedan reemplazarlo, quizás ninguno.
Basile tiene muchísimas opciones. Nombres como Saviola, Agüero, Maxi Moralez, etc. Pero no sólo afuera, sino también en nuestro país: Pablo Ledesma, Germán Denis, Diego Valeri, Damián Escudero, Fernando Belluschi, son algunos nombres que podrían integrar el equipo. Si hay algo de lo que no debemos preocuparnos es de eso.
El 13 de octubre arrancan las eliminatorias. Con ella una nueva ilusión argentina. Y agregaría: prefiero vivir de ilusiones, que de desilusiones.