miércoles, 27 de agosto de 2008

Lo que dejó Beijing

Ya hemos vuelto a los horarios normales. Ya no hay que quedarse hasta tarde en la madrugada esperando por algún/a compatriota que represente a nuestro país en gimnasia artística, martillo o natación. Los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 se fueron, y junto con ellos nuestras ilusiones de hacer una actuación que supere la mediocridad. Pero no pudo ser.

Si observamos el desempeño argentino en relación con los anteriores juegos, Atenas 2004, vamos a encontrarnos con la tranquilizante (o no) realidad de haber conseguido seis medallas otra vez: oro en fútbol y ciclismo en la especialidad Madison, bronce en el hockey sobre césped femenino, yachting, judo y básquet. Si además, recordamos que en 2004 habíamos obtenido una medalla dorada después de 52 años, el hecho de volver a repetir una doble presea de oro es un buen dato.


Sin embargo, eso sería ver los números crudos, un simple análisis cuantitativo que merece más bien una lectura más enfocada. Por empezar, uno de los oros los obtuvo la selección sub 23 de fútbol que, en relación con el resto de los equipos, bien podría haber sido sub 20 y ganar de todas formas. Jugadores de la talla de Angel Di María, Javier Mascherano, Lionel Messi o Nicolás Pareja dejaron en claro que el juego olímpico es un nivel futbolístico aprobado hace ya mucho tiempo atrás. El equipo fue de menor a mayor, de aburrir al público en la primera fase con toques intrascendentes a ganarle sin atenuantes a un flaco Brasil en las semis. Fue sin dudas un título merecido y con una yapa para nuestra tierra colorada: el arquero Sergio Romero nació en Bernardo de Irigoyen.

La otra presea de oro fue para la dupla ciclista Walter Pérez-Juan Curuchet, quienes en la prueba Madison se impusieron tras un arranque demoledor. Fue sin lugar a dudas una grata sorpresa ya que se trata de un deporte practicado en forma totalmente amateur, con poca exposición mediática y que la gente ve al pasar únicamente cada cuatro años. Y además, guarda un valor enorme por la trayectoria inmensa de Curuchet, quien cerró su carrera tras ¡6 juegos olímpicos! Una cifra que resalta aún más su esfuerzo y perseverancia y les demuestra a los jóvenes deportistas de hoy que es posible un mañana con logros. Pero claro, el precio a pagar es muy alto, porque en una Argentina donde el Estado flaquea en políticas deportivas, todo se vuelve más difícil.


El bronce también es de destacar. El básquet tuvo una muy buena act
uación, quedó eliminado en semis contra un equipazo estadounidense y en la lucha por el tercer puesto superó sin atenuantes a Lituania. En Yachting Santiago Lange y Carlos Espínola mantuvieron de gran manera la medalla conseguida en Atenas, mientras que la judoca Paula Pareto nos dio otra grata sorpresa el primer día de competencias y quedó tercera en la categoría hasta 48 kilos.

La otra medalla de bronce fue para “Las Leonas”, que también repitieron el resultado de 2004. En su caso, si bien quizás se esperaba que estuvieran en la final y encima en semis cayeron por goleada contra Holanda, se trata de un triunfo más para un ciclo histórico de este deporte en Argentina. Desde el nacimiento de las “garras” en 2000 con la por ese entonces sorpresiva medalla plateada en Sydney, pasaron dos Champions Trophy, dos medallas más en los Juegos Olímpicos y un Mundial. Todo esto sumado a un nivel espectacular que las posicionó entre los mejores equipos del mundo, con jugadoras de la talla de Magdalena Aicega, Soledad García, Mercedes Margalot y una de las deportistas argentinas más brillantes de los últimos veinte años: Luciana Aymar.

Actuaciones con sabor a poco

Pero más allá de las medallas, hubo algunas desazones. Tal el caso de la nadadora Georgina Bardach a quien, luego de su bronce en Atenas, se le pusieron muchísimas expectativas y cuyo desempeño en Beijing fue malo. También ocurrió algo similar con Germán Chiaraviglio que en salto con garrocha no pudo demostrar el buen desempeño que venía teniendo en las competencias internacionales de esa disciplina. Alejandra García, dentro del mismo deporte que Chiaraviglio, se retiró sin haber podido alcanzar la final como en Atenas, pero con ese mismo sabor de Curuchet de haber dado todo en su carrera. Otro retiro que nos deja sin un gran representante es el del nadador José Meolans. Estandarte, símbolo del deporte argentino en los últimos años, no pudo en Beijing alcanzar mayores resultados, y no por culpa suya sino porque la preparación a la que ha accedido no alcanza para hacerle frente a monstruos como Michael Phelps.

En el resto de los deportes, la realidad es la misma de hace años y años. Tanto en los Juegos Olímpicos como en su etapa previa, los Juegos Panamericanos, los atletas nuestros aprovechan su aparición en la tele, la radio y los diarios para dejar en claro que todo lo que hacen es a pulmón, con mucho esfuerzo y apoyados por sus familias, porque desde el Estado no hay políticas comprometidas para con el deporte. Y no se trata sólo de mayor partida presupuestaria, sino del acompañamiento en la preparación, la representatividad internacional, etc. Y sobretodo, de tratar de no reproducir una cultura exitista que, una y otra vez, insiste en mostrarnos que los que sirven son los que logran medallas y los demás no. Lamentablemente, el exitismo persiste, sino no se explicaría cómo recién después de ganar un bronce la pequeña Pareto pudo conocer a la presidenta Cristina Fernández….

Además, y fiel al estilo kirchnerista, el Secretario de Deporte de la Nación Claudio Morresi considera positiva la actuación argentina en Beijing con una frase elocuente: “Fue una actuación digna, la mejor de los últimos 60 años”. ¿No es exageradamente optimista? Además, Morresi señala algo que va en contraposición con el discurso supuestamente progresista de izquierda que dice tener el gobierno: “Una de nuestras asignaturas pendientes es crear un mecanismo para que los otros actores se involucren en el desarrollo del deporte. Uno de los actores principales para el desarrollo es la actividad privada. Desgraciadamente en la Argentina, salvo honrosas excepciones, no se puede contar con ella.” Desde el Estado se le está pidiendo colaboración al sector privado, es decir al sector empresario, aquel que tantas veces se atacó en los actos al revalidar el papel estatal.

Para Morresi, entonces, los Juegos Olímpicos estuvieron muy buenos. Y si hubo problemas, es porque el Comité Olímpico Argentino debe cambiar ya que se “necesitan dirigentes que tengan más emprendimiento, que de alguna manera tengan ingenio o creatividad para buscar aportes, y no solamente quedarse a esperar que el Estado les dé el dinero". Eso, en el fútbol, es tirarle la pelota al compañero para que se las arregle.

La secretaría de Morresi depende del Ministerio de Desarrollo Social. Si uno entra a la página web de esa cartera se encuentra con la ministra Alicia Kirchner (cuñada de la presidenta) y una seria de notas e imágenes referidas a planes de desarrollo laboral, urbano, etc. Pero poco, o casi nada, de deporte. En un país donde el fútbol es un negocio monopólico. Donde la Casa Rosada sólo recibe a los ganadores. Donde se critica duramente a cualquier atleta que no gane, por más que durante cuatro años nadie se preocupe si quiera en saber qué anda haciendo para llegar a los juegos. En un país así, tener 6 medallas, es todo un logro.


viernes, 22 de agosto de 2008

Iluminismo Capitalista (Parte 1 de 2)

La sociedad actual está atravesada por la comunicación, pero la comunicación como flujo de información, como transmisión de datos de un centro económico a otro, como una herramienta más para el mercado. Un mercado que, a su vez, ha ido cambiando y al que ahora ya no le importa tanto la producción, sino más bien la venta de bienes y servicios. En los últimos tiempos se ha ido modificando el eje de los grandes negocios y hoy en día el marketing ocupa un lugar preponderante, fundamental para alcanzar el éxito (entendido en el más capitalista de los sentidos). Como señala el filósofo Gilles Deleuze: “…en la situación actual, el capitalismo (…) ya no compra materias primas y vende productos terminados: compra productos terminados o monta piezas. Lo que quiere vender son servicios, y lo que quiere comprar son acciones. Ya no es un capitalismo para la producción, sino para el producto, es decir para la venta y para el mercado. Así, es esencialmente dispersivo, y la fábrica ha cedido su lugar a la empresa.”[1] Y en ese juego de almacenero o kiosquero, en ese proceso de venta a toda costa, entran a jugar sentidos muchos más profundos en la construcción cultural. El Consumo se disfraza discursivamente de “Libertad”, “Independencia”, “Autonomía”, etc. casi como una suerte de Iluminismo Capitalista, pero que lejos está de la Revolución Francesa. Veamos cómo ese Iluminismo viene, incluso, a visitarnos mensualmente.

“Libertad, Igualdad y Fraternidad”

Vamos a analizar un caso elocuente, actual y hasta cotidiano: el catálogo de Megatone, y más precisamente el del mes de julio de este año. Megatone es una empresa de venta de artículos para el hogar que se formó en 1980 en nuestro país conformada originalmente por Bazar Avenida, Electrónica Megatone, Establecimientos Iguazú y Carsa. En los últimos cinco años creció a pasos agigantados, actualmente cuenta con 212 sucursales en todo el país (12 en 10 ciudades misioneras) y su plan de desarrollo y posicionamiento de la marca incluyó, el año pasado, una inversión de 215 millones de pesos y un contrato de publicidad con el club Boca Juniors, una de las instituciones más destacadas a nivel continental en fútbol, pero que además practica básquet, voley, etc. Todos los meses las personas asociadas a Megatone, junto con casas elegidas al azar, reciben en sus casas gratuitamente una pequeña revista que contiene el catálogo de los productos que pueden encontrarse allí, hace 16 años que vienen utilizando esta modalidad y últimamente se imprimen ocho millones de esas revistitas.

En julio de este año el catálogo tuvo 80 páginas a todo color y la novedad fue una promoción que nos permite pensar aquella retórica iluminista que mencionamos. El eslogan decía “Independizate. Con la mejor tecnología a donde quierasy refería a que, comprándose una Notebook, el cliente podía elegir un objeto de regalo entre un teléfono celular, una web cam, un bolso, un mouse inalámbrico y un reproductor de Mp3. El eslogan estaba en la tapa y luego apareció otras diez veces más a lo largo de la edición. Lo interesante es cómo se trabaja la noción de Independencia, que a la vez sugiere Libertad. Si nos guiamos por la frase, uno encontraría la libertad comprando la Notebook, y rompería aún más las cadenas gracias a los objetos que gentilmente nos regalan. Es decir, la tecnología libera. ¿Pero de dónde sale la relación Notebook-Independencia? Es que se trata de una computadora portátil, es decir, que uno puede trasladar a donde sea y usarla tanto en su casa como en el colectivo, la plaza, un bar, una cancha de fútbol, etc., etc. La liberación pasaría por el hecho de que uno ya no tendría que estar necesariamente atrapado en su hogar o, en su defecto, un ciber, para hacer un trabajo en la PC, buscar información en Internet, revisar el correo electrónico y demás. Por ese motivo, la palabra “Independizate” es acompañada de “la mejor tecnología a donde quieras”, y aquí entra en escena el querer, la voluntad de uno, la libertad en última instancia. Supongamos que necesito entregar un ensayo para la semana próxima pero no puedo estar en mi casa porque, justo, me salió un viaje urgente para ver a un familiar en otra ciudad. ¡No hay problema! Llevo mi Notebook y lo voy escribiendo en el micro.

Pero no sólo la Notebook independiza. La promoción nos ofrece otros cinco objetos que también lo hacen. El teléfono celular nos acompaña a donde sea y nos conecta con el resto de la gente. La web cam permite mostrarnos en vivo y en directo en cualquier lugar y momento a través de Internet (en el chat por ejemplo). El bolso nos deja trasladar muy cómodamente y de forma práctica la Notebook. El mouse inalámbrico facilita el uso de la Notebook por ejemplo. El Mp3, por último, nos da la oportunidad de llevar la música que nos gusta o escuchar nuestra radio preferida en cualquier lugar. Lo cierto es que pareciera un pack independizante, casi como una Toma de la Bastilla del siglo XXI. Pero, ¿es tan liberal?


[1] DELEUZE, Gilles; Posdata a las Sociedades de Control. Página 3.

viernes, 15 de agosto de 2008

Todo bajo control (Parte 2 de 2)

La seguridad

Otro autor que nos permite pensar nuestro mundo hoy es el periodista y escritor español Vicente Verdú. Él trabaja el concepto de transparencia como el que más se utiliza en la retórica de lo que denomina el capitalismo de ficción. Todo deber ser transparente, público, nada ha de estar oculto para que no hayan dudas. Internet, por ejemplo, es un lugar donde se materializa este fenómeno: las personas cuentan sus vivencias en los blogs, muestran sus fotos en los fotologs, suben sus canciones preferidas, debaten sus opiniones en foros, etc. Se hacen visibles ya que “La exhibición otorga valor, una vez que el capitalismo de ficción ha enseñado que nada logra vigencia si no llega a ser imagen.”[1] Todos podemos estar al tanto de lo que hacen todos. Y al mismo tiempo el secreto, lo oculto, es mirado con cierto recelo.

Y siguiendo su reflexión, Verdú nos lleva a ver que en definitiva se ha modificado el sentido de la intimidad. Para ejemplificarlo, analiza la explosión masiva de consumo de películas pornográficas y concluye que si ahora hasta el más íntimo acto sexual es mostrado abiertamente, entonces queda poco por esconder. Pero detrás de eso hay otra situación social más profunda que, paradójicamente, está más oculta. Se trata de un proceso que se inició básicamente a partir del atentado terrorista a Estados Unidos en 2001 cuando, temiendo nuevos desastres, la gente le abrió las puertas a la seguridad. Desde ahí, las personas se muestran conformes de brindarles a los organismos gubernamentales la mayor cantidad de datos posibles, incluso los más insólitos, con tal de sentirse protegidos ante la amenaza exterior. Y además exigen mayor seguridad que, si lo traducimos, puede significar mayor control. Agrega Verdú: “En cuestiones de seguridad todo parece poco mientras en asuntos de libertad el ciudadano se conforma ahora con menos. (…) se ha llevado el miedo hasta la cotidianidad, todo el mundo desea sentirse blindado, sus hijos y sus propiedades a salvo.[2]

Decíamos, mayor seguridad significa mayor control. Entonces, ¿quiénes nos controlan? Verdú hace hincapié en diferentes instituciones que vigilan a las personas, no sólo a través de cámaras de videos (en las tiendas por ejemplo) sino también mediante las telecomunicaciones. Y en ese sentido nos comenta acerca de la Nacional Security Agency (NSA) creada en conjunto por Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Se trata de un organismo que registra millones y millones de comunicaciones a diario a lo largo de todo el mundo. Mails, faxes, llamadas telefónicas, etc., etc., todo está bajo la mirada de la NSA por mera seguridad.

Ahora hagamos un pequeño ejercicio de reflexión: en 2003 Estados Unidos invadió Irak aduciendo que allí se guardaban armas de destrucción masiva, por más que inspecciones previas de expertos de la Organización de las Naciones Unidas habían dicho lo contrario. La ocupación sigue hasta el día de hoy, han muerto miles y miles de personas y el año pasado fue asesinado mediante la horca el depuesto dictador Saddam Hussein. Y todo, en nombre de la seguridad. Entonces, ¿hasta dónde nos tranquiliza que la NSA o alguna otra institución pueda controlarnos tanto?, si la invasión se hizo por más que la información fuera falsa, ¿qué nos asegura entonces que brindando nuestros datos reales vayamos a estar menos expuestos a peligros?, ¿dónde quedó la intimidad de un llamado telefónico por ejemplo? Y por último, una pregunta básica: ¿por qué esos cinco países nos vigilan de tal manera? Por lo menos nos hubieran avisado…

Y es que el miedo paraliza. Si tomamos ahora algunos de los análisis realizados por el filósofo Michael Foucault, podemos pensar esos mecanismos de control como un panóptico. Se trata de un sistema donde un guardia (trabaja desde la imagen de la cárcel) está ubicado en lo alto de una torre y vigila a cada uno de los prisioneros debajo, colocados en celdas construidas de manera tal que él puede ver exactamente todo lo que hacen, pero ellos no a él. Así, el preso sabe que está siendo controlado, pero no cuándo, por lo que vive en una constante incertidumbre y procura no hacer nada que conlleve una sanción. Él lo pensó, como señalamos varias líneas arriba, en el marco de la Sociedad de Disciplina, pero no deja de ser una herramienta conceptual muy útil hoy en día. Foucault sostiene: “Es un tipo de implantación de los cuerpos en el espacio, de distribución de los individuos unos en relación con los otros, de organización jerárquica, de disposición de los centros y de los canales de poder, de definición de sus instrumentos y de sus modos de intervención…”[3] Habla de “centros de poder”, Castells los llama “conmutadores”, pero la idea es la misma. Hay núcleos de poder que regulan nuestras actividades diarias, almacenan la información de todo lo que hacemos, nos controlan.

En su libro “1984” George Orwell imaginó una sociedad controlada por un Gran Hermano omnipresente, que estaba atento a los más mínimos gestos, a cualquier actitud que no se correspondiese con lo que él consideraba correcto, que incluso desafiara el mundo que había construido. Ahora bien, ¿hay algo de eso en todo lo que estamos comentando? Pues bien, es muy difícil encontrar en Internet un sitio desde el cual, por ejemplo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) puedan expresar sus ideas antiimperialistas, opuestas a los grandes centros de control. Sin embargo, si buscamos podemos hallar por ejemplo que en http://www.geocities.com/guerrillasenlatinoamerica/cronologiafariana.htm hay una breve cronología de la organización y abajo, en un apartado, el siguiente texto: “NOTA DE LOS EDITORES.- Como sabrán. Luego de los atentados del 2001 en Nueva York. Los EE.UU. consideró a las FARC como un grupo “terrorista”. Como consecuencia de esto, el gobierno yanki, en su desesperado y vano intento por reprimir toda resistencia legítima del pueblo, silenció la voz de las FARC en internet. Ya antes de los atentados a las torres gemelas, a fines de los años noventa, habían intentado censurar a los hermanos colombianos. Mienten los “grandes globalizadores” cuando nos dicen que en internet existe “democracia”. Mienten cuando nos repiten una y otra vez que existe “irrestricta libertad de expresión en la red”. Mienten y seguirán mintiendo descaradamente, porque lo que existe en este mundo es el poder abusivo del capital. Ese poder que hace que existan miles de páginas de pornografía infantil en las narices de los “grandes policías” de la INTERPOL y del FBI. Esas páginas son intocables. ¿Quiénes los protegen?. ¿ No es extraña tanta rapidez para unos casos y para otros no? Lo mismo podemos decir lo que están haciendo en el País Vasco. No hay duda. La cacería ya empezó. ¡ A prepararse para las luchas que se vienen compañeros!. Febrero 2003.”[4] En este caso, parece que al Gran Conmutador se le escapó algo.

La explotación del alma

Así es como denominan en el libro “¿Quién habla?” (editorial Tinta Limón) al trabajo en los call centers. El texto recoge testimonios de personas que pasaron por esos nuevos espacios laborales, lugares hechos a medida de la Sociedad de la Información donde jóvenes de entre 18 y 24 pasan alrededor de seis horas diarias frente a una computadora atendiendo un teléfono y contestándoles las llamadas a personas que tienen problemas con su conexión de Internet, con un producto en especial, etc. Mientras Foucault analizó en su momento los cuerpos dóciles, aquí se va más allá y se habla de las almas explotadas, de las almas dóciles diríamos. ¿De qué se trata todo esto? Foucault señala que los cuerpos se van disciplinando dentro de una actividad y los individuos terminan por ajustarse a las conductas que ella les impone. Los aparatos disciplinarios de los que habla tienen algunos aspectos que podemos aplicar a los call centers.

Por empezar, dice Foucault, debe haber una clausura, un espacio cerrado en donde se lleve a cabo la actividad, en este caso, los edificios donde funcionan las compañías de call center. Luego, hay divisiones en zonas para poder ejercer un mayor control sobre los individuos; en los call centers cada joven tiene su escritorio, su computadora, etc. que por lo general están numerados. A su vez, estas particiones encierran una funcionalidad y una jerarquía: cada elemento constituye una tarea específica, y la importancia de ésta le dará un mayor o menor valor en el conjunto. Así, hay áreas destinadas a atender los reclamos, otras a guiar telefónicamente las instalaciones de softwares, otras a labores administrativas, etc., etc. y es común que a medida que un chico aumenta su productividad en la empresa, vaya ascendiendo de área. Y así se va configurando, disciplinando, a quien trabaja en un call center.

Este proceso no está exento de mecanismos de control, por momentos, tétricos. Para clarificar un poco más, veamos primero algo que nos comenta Foucault: “Se trata de establecer las presencias y las ausencias, de saber dónde y cómo encontrar a los individuos, instaurar las comunicaciones útiles, interrumpir las que no lo son, poder en cada instante vigilar la conducta de cada cual, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades o los méritos.”[5] Ahora bien, repasemos qué cuenta Andrea Badantes, una chica que trabajó en un Call Center, en una edición de la revista “Veintitrés” acerca de su experiencia: “Cada vez que iba al baño, tenía que apretar un botón que decía ‘not ready’. Si tardabas más de tres minutos, los supervisores venían preocupados a ver qué pasaba. Porque los supervisores monitorean todo.”[6]Es prácticamente una confirmación de las palabras de Foucault, a la vez que un preocupante paralelismo con la obra de Orwell…

Pero además, y relacionándolo ahora con otros de los puntos ya analizados, muchos call centers trabajan para diferentes empresas ofreciendo sus productos. Se ha vuelto una moda y hoy en día hay muchas empresas que utilizan las llamadas a usuarios “x” para tratar de conseguir clientes. ¿Cómo lo hacen? Algunas compañías trabajan con la guía telefónica, asignándoles páginas al azar a cada teleoperador para que llamen y prueben suerte. Otras, en cambio, recurren a las herramientas antes mencionadas para obtener datos acerca de potenciales compradores, y así telefonearlos a casa. Por eso muchas veces recibimos llamados de jóvenes a los que no conocemos, hablándonos de que cosas que no teníamos idea que existían, y ambos sin saber que estamos inmiscuidos en el mismo sistema. Ellos por la explotación del alma, nosotros por la transparencia.


[1] VERDÚ, Vicente; La Sociedad Transparente

[2] Op. Cit.

[3] FOUCAULT, Michael; “El Panoptismo”, Pág. 209

[4] http://www.geocities.com/guerrillasenlatinoamerica/cronologiafariana.htm

[5] FOUCAULT, Michael; “Los cuerpos dóciles”, Pág. 147

[6] Artículo Llamada Mortal en Revista “Veintitrés”, Número 455 del 22 de marzo de 2007. Página 71.