La hemorragia era terrible. María Mamani miró a su esposo Dionisio con los ojos llorosos, temerosa de perder al niño que estaba naciendo. En el humilde Isallavi, cerca del lago Poopó, la medicina moderna aún no había llegado y esas dos personas veían cómo el fruto de su amor corría serio riesgo de irse rápidamente de un mundo al que casi ni había llegado. Pero los pueblos indígenas son más sabios de lo que la ciencia supone. La anciana curandera y las vecinas del pueblito utilizaron sus hierbas para evitar lo peor, y lo consiguieron. Ese 26 de octubre de 1959, la Nación Aymara recibió con los brazos abiertos a un nuevo hijo: Juan Evo Morales Aima.
46 años más tarde, el 18 de noviembre de 2005, el Movimiento Al Socialismo (MAS) se alzó con la victoria en las elecciones presidenciales. El 53,7% de los votos dispuso que el aymara Evo se convirtiese en el piloto de un país abrumado por fuertes conflictos sociales, una economía devastada y una desigualdad marcada entre ricos y pobres. Peleando desde los espacios democráticos, alzando la bandera de los más desprotegidos, revalidando la dignidad de los pueblos originarios y, por sobre todas las cosas, cumpliendo con su discurso, Evo Morales es hoy en día quizás el referente político latinoamericano más notable. ¿Está bien esta apreciación? Pensemos. Para eso, antes debemos recorrer brevemente su historia, para entender cómo y por qué es lo que es hoy.
El líder indígena
A los 6 años Evo ya estaba trabajando. Su tarea era ayudar a su padre y sus hermanos en la zafra de la caña de azúcar en el norte de Argentina. Su juventud la desarrolló entre estudio y fútbol, su deporte favorito. Ya entrada la década del ‘80, se mudó junto con su familia al departamento de San Francisco, donde entre otras cosas construyeron su plantación de coca. Para mediados de los noventa, Evo no sólo era un ferviente trabajador de la tierra sino que además había desarrollado una conciencia social que lo había transformado en un referente político de su región. Por caso, en 1996 fue elegido Presidente de Coordinación de las Seis Federaciones del Trópico Cochabambino.
Su mayor lucha pasó por la defensa de las plantaciones de coca. Está claro que lo suyo nada tiene que ver con el narcotráfico. La coca es un vegetal históricamente utilizado por los pueblos andinos para acompañar su vida cotidiana, así como en Argentina podría ser la yerba mate por ejemplo. Sin embargo, las presiones internacionales por estigmatizar a la coca como droga han concluido en legislaciones restrictivas de su producción. Evo y sus compañeros cocacoleros fueron tratados como delincuentes. Cuenta Evo: “He pasado momentos difíciles en Eterazama (1997), donde desde un helicóptero la DEA (Departamento Antinarcóticos de EE.UU.) ha ametrallado y hubo cinco muertos en minutos." No sólo intentaron matarlo varias veces, sino que también fue preso en otras tantas ocasiones. Pero todo eso no hizo más que fortalecerlo y acrecentar su figura.
En 1995 se formó la Asamblea para la Soberanía de los Pueblos. Como la Corte Nacional Electoral les negó una personería jurídica, se acercaron a los partidos de izquierda y formaron alianzas que pronto dieron sus frutos. En 1997 Evo Morales fue uno de los cuatro Diputados de la Izquierda Unida que llegaron al Congreso. Desde su banca, Morales continuó abogando por las reivindicaciones sociales, más que nada del sector cocalero. Hasta que en 2002 104 diputados oficialistas y afines al gobierno de Jorge Fernando Quiroga Ramírez decidieron quitarle su banca por “faltas graves al ejercicio de sus funciones”…
Pero lejos de debilitarlo, su expulsión del parlamento lo catapultó al liderazgo. Ese año, Evo fue candidato a presidente por el MAS y quedó segundo, mientras que en los comicios legislativos su partido alcanzó gran representatividad con 27 diputados y 8 senadores. Cochabamba, La Paz, Oruro y Potosí fueron algunas de las ciudades importantes que brindaron su apoyo al movimiento de izquierda.
Ya en 2003, Bolivia era un caos. El gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada había instalado un impuestazo que se tradujo en grandes manifestaciones populares y una ola represiva muy cruda (hubo 33 muertos y centenares de heridos). La situación era insoportable y en octubre Sánchez de Losada dimitió ocupando su cargo Carlos Diego Mesa Gisbert. El nuevo mandatario puso algo de paños fríos y comandó Bolivia hasta mediados de 2005 donde el repudio popular (en parte promulgado por el propio Evo Morales) lo llevó a renunciar. Las elecciones presidenciales fueron en diciembre y Morales llegó por fin, junto a su vestimenta indígena y sus plantaciones de coca, a lo más alto de la dirigencia boliviana.
46 años más tarde, el 18 de noviembre de 2005, el Movimiento Al Socialismo (MAS) se alzó con la victoria en las elecciones presidenciales. El 53,7% de los votos dispuso que el aymara Evo se convirtiese en el piloto de un país abrumado por fuertes conflictos sociales, una economía devastada y una desigualdad marcada entre ricos y pobres. Peleando desde los espacios democráticos, alzando la bandera de los más desprotegidos, revalidando la dignidad de los pueblos originarios y, por sobre todas las cosas, cumpliendo con su discurso, Evo Morales es hoy en día quizás el referente político latinoamericano más notable. ¿Está bien esta apreciación? Pensemos. Para eso, antes debemos recorrer brevemente su historia, para entender cómo y por qué es lo que es hoy.
El líder indígena
A los 6 años Evo ya estaba trabajando. Su tarea era ayudar a su padre y sus hermanos en la zafra de la caña de azúcar en el norte de Argentina. Su juventud la desarrolló entre estudio y fútbol, su deporte favorito. Ya entrada la década del ‘80, se mudó junto con su familia al departamento de San Francisco, donde entre otras cosas construyeron su plantación de coca. Para mediados de los noventa, Evo no sólo era un ferviente trabajador de la tierra sino que además había desarrollado una conciencia social que lo había transformado en un referente político de su región. Por caso, en 1996 fue elegido Presidente de Coordinación de las Seis Federaciones del Trópico Cochabambino.
Su mayor lucha pasó por la defensa de las plantaciones de coca. Está claro que lo suyo nada tiene que ver con el narcotráfico. La coca es un vegetal históricamente utilizado por los pueblos andinos para acompañar su vida cotidiana, así como en Argentina podría ser la yerba mate por ejemplo. Sin embargo, las presiones internacionales por estigmatizar a la coca como droga han concluido en legislaciones restrictivas de su producción. Evo y sus compañeros cocacoleros fueron tratados como delincuentes. Cuenta Evo: “He pasado momentos difíciles en Eterazama (1997), donde desde un helicóptero la DEA (Departamento Antinarcóticos de EE.UU.) ha ametrallado y hubo cinco muertos en minutos." No sólo intentaron matarlo varias veces, sino que también fue preso en otras tantas ocasiones. Pero todo eso no hizo más que fortalecerlo y acrecentar su figura.
En 1995 se formó la Asamblea para la Soberanía de los Pueblos. Como la Corte Nacional Electoral les negó una personería jurídica, se acercaron a los partidos de izquierda y formaron alianzas que pronto dieron sus frutos. En 1997 Evo Morales fue uno de los cuatro Diputados de la Izquierda Unida que llegaron al Congreso. Desde su banca, Morales continuó abogando por las reivindicaciones sociales, más que nada del sector cocalero. Hasta que en 2002 104 diputados oficialistas y afines al gobierno de Jorge Fernando Quiroga Ramírez decidieron quitarle su banca por “faltas graves al ejercicio de sus funciones”…
Pero lejos de debilitarlo, su expulsión del parlamento lo catapultó al liderazgo. Ese año, Evo fue candidato a presidente por el MAS y quedó segundo, mientras que en los comicios legislativos su partido alcanzó gran representatividad con 27 diputados y 8 senadores. Cochabamba, La Paz, Oruro y Potosí fueron algunas de las ciudades importantes que brindaron su apoyo al movimiento de izquierda.
Ya en 2003, Bolivia era un caos. El gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada había instalado un impuestazo que se tradujo en grandes manifestaciones populares y una ola represiva muy cruda (hubo 33 muertos y centenares de heridos). La situación era insoportable y en octubre Sánchez de Losada dimitió ocupando su cargo Carlos Diego Mesa Gisbert. El nuevo mandatario puso algo de paños fríos y comandó Bolivia hasta mediados de 2005 donde el repudio popular (en parte promulgado por el propio Evo Morales) lo llevó a renunciar. Las elecciones presidenciales fueron en diciembre y Morales llegó por fin, junto a su vestimenta indígena y sus plantaciones de coca, a lo más alto de la dirigencia boliviana.
(la próxima semana repasaremos su gobierno y por qué creemos que es un importante referente para Latinoamérica, ¡los esperamos!)